Guardianes del Mar: Cómo Pescadorxs Chilenxs Nos Intentan Proteger del Sacrifício Ambiental y Social
Por Alexandre Andrade Sampaio
“Zona de sacrificio.” La expresión me impactó bastante cuando la escuché de una colega activista de Chile con quien trabajo asesorando a una comunidad pesquera tradicional en Tocopilla, que ve afectados sus derechos por proyectos de plantas desaladoras para uso industrial minero. Después de asimilar el concepto, me parece realmente lo más apropiado para identificar lugares donde el lucro se pone por encima de la vida, la cultura, la felicidad… ¡el buen vivir! El Qhechua Sumak Kawsay; El Guarani Ñande Reko; El Aymara Suma Qamaña; El Kuna Balu Wala…
Zonas de sacrificio son la expresión máxima de territorios enteros que no existen hoy para sí mismos. Existen desde sus colonizaciones, para otros — dentro de una lógica estructural que les traga y les destruye. Una lógica hace siglos implementada por grandes emprendimientos metropolitanos que posee la esclavitud, la pauperización del trabajo semi-libre, el latifundio y la minería como sus pilares. Una lógica que ahora se implementa de manera poco más coordinada a través de planes nacionales, regionales o globales, pero que sigue respondiendo a intereses ajenos en su búsqueda desenfrenada por un lucro explotador y asesino, tanto ambiental como social. Como “de sacrificio” deben ser calificadas las zonas de Belo Monte, Mariana y Brumadinho en Brasil; la zona Oriente de la Amazonía ecuatoriana; Ituango en Colombia; y seguramente la ciudad de Tocopilla en Chile.
Todas estas zonas sacrificadas implican impactos inestimables no sólo para poblaciones locales, sino también para la población de todo el país y el planeta. Para dar algunos ejemplos, en Brumadinho y Mariana, la actividad minera de la empresa Vale do Rio Doce ha conducido al colapso de tranques de relave que han arrasado con la vida de cientos de personas y animales, con el lodo contaminando además kilómetros de tierras y aguas que eran fuente de alimentos, cultura, locomoción y diversión; en la zona Oriente de la Amazonía ecuatoriana, la explotación y el derrame de petróleo por Chevron/Texaco en las cuencas hídricas, dejó una vasta población con graves problemas de salud, y generaciones de descendientes sufriendo secuelas como cáncer, abortos espontáneos y otras. Aunque sea cierto que la población local es la que más sufre con estos impactos, hay que entender que éstos nos afectan también a todxs nosotrxs, no sólo en nuestra moral y solidaridad con las comunidades locales, pero también debido a nuestra dependencia de agua limpia y un ambiente saludable para vivir.
En Tocopilla las cosas no son diferentes. La ciudad costera del norte de Chile es conocida por sus termoeléctricas y sus cerca de 25 mil habitantes conviven hace más de 30 años con tamaña polución, que el área fue declarada zona saturada de contaminación por material particulado. Ahora la zona será objeto de grandes inversiones para la construcción de plantas desaladoras que van a servir a las actividades mineras de la mayor empresa de extracción de cobre del mundo — CODELCO. En la región en la cual se planifica construir las plantas, viven y trabajan comunidades pesqueras tradicionales, con técnicas y costumbres ancestrales de los Changos, con los cuales aún se identifican. Son lxs guardianes del mar! Viven y pescan de forma sustentable, trabajando y renovando una riqueza cultural que su propio país considera extinta. La construcción de otros proyectos que no tengan en cuenta las prioridades y preocupaciones de estas comunidades afectadas, puede significar que esta cultura se acerca un paso más a su extinción.
Cuando uno de estos proyectos fue identificado por el Sistema de Alerta Temprana, las organizaciones International Accountability Project (IAP), Sustentarse e Instituto Maíra entraron en contacto con la Asociación Gremial de Sindicato y Empresas de Pescadores Artesanales de Tocopilla (Asopesca Tocopilla A.G.) para preguntarles a sus miembrxs si habían sido consultadxs y tuvieron la posibilidad de participar de manera efectiva en el proceso de consulta sobre el proyecto. El proyecto sobre el cual alertamos a lxs pescadorxs tradicionales lleva el nombre de Planta Desalinizadora Radorimo Tomic y el BID-Invest (brazo privado del Banco Interamericano de Desarrollo), que ya aprobó el préstamo, podrá invertir hasta 350 millones de dólares de un monto total de mil millones, que es el costo total de la planta. El préstamo será direccionado a CODELCO, que utilizará el agua tratada del mar para expandir la explotación minera en la región. Lxs socixs de Asopesca Tocopilla A. G., que afirman no haber sido consultadxs, el 17 de agosto de 2018, enviaron una carta a la junta directiva del banco, y el día 24 del mismo mes a su administración, solicitando que se respetaran los derechos de las comunidades para poder seguir trabajando y viviendo de su manera tradicional. Aunque las cartas fueron enviadas antes de que la junta decidiera su apoyo a la planta, ninguna de las comunicaciones obtuvo respuesta.
En ausencia de una respuesta, Sustentarse, Instituto Maíra e IAP apoyaron a Asopesca Tocopilla A. G. en la aplicación de una encuesta comunitaria, para identificar y documentar posibles violaciones y expectativas de sus miembrxs. En la infografía abajo, se pueden ver algunos de los resultados de la encuesta.
La falta de participación es confirmada por una amplia mayoría de las personas encuestadas (90%) que dice no haber recibido información sobre el proyecto al 26 de octubre de 2018, un mes antes de la fecha de aprobación del proyecto por la junta directiva del banco. ¿Cómo podría haberse consultado, sin información adecuada y temprana? Pero la falta de transparencia y participación no es fruto de toda preocupación. Un 85% de la gente cree que su calidad de vida empeorará, un 82% dice que perderá acceso al borde costero y un 84% cree que se afectarán los recursos marinos. ¿Cual es el impacto psicológico que tiene esta incertidumbre acerca del futuro para una comunidad tradicional que vive del mar y lo que les concede Poseidon?
Las frases que dejan como testimonio a quienes amenazan su existencia como descendientes Changos son indicativas: “permitan a las futuras generaciones el derecho de vivir junto al mar”; “protejan el medio ambiente para nuestros futuros hijos y nietos”; “queremos que las siguientes generaciones conozcan todo lo que hoy día existe y que las desaladoras están extinguiendo”. Está claro que no sólo temen por sus derechos, sino también por los derechos de las próximas generaciones, que no podrán disfrutar de la vida y del conocimiento ancestral que tienen lxs socixs de Asopesca Tocopilla A. G. hoy en día. No podrán, porque sus ancestrxs creen que serán sacrificadxs junto con la zona en que viven. El propio banco reconoce riesgos de contaminación del aire, suelo y mar, con impactos en especies incluso protegidas de la fauna y flora.
Hay que preguntarse la razón por la que una institución que se denomina como de “desarrollo” invierte en una zona de sacrificio, sin consulta comunitaria, arriesgando la pérdida de conocimientos y modos de vidas ancestrales, y contaminando un medio ambiente ya saturado. En el momento en el cual se aprueba el acuerdo de París, el tratado de Escazú, se busca la implementación de la agenda 2030 y se discute un tratado sobre el derecho humano al desarrollo en la ONU, la actitud del banco parece contradictoria. Nunca está demás recordar que, según la declaración de la ONU sobre el derecho humano al desarrollo, “[l]a persona humana es el sujeto central del desarrollo y debe ser el participante activo y el beneficiario del derecho al desarrollo.”
Debido a las contradicciones del banco y la inobservancia de la institución financiera y de su cliente de los derechos de información y participación, las comunidades elaboraron un protocolo de consulta, que establece cómo se debe negociar con Asopesca Tocopilla A. G. de ahora en adelante, con plenos poderes de su derecho a la autodeterminación. Que todxs lxs que se aproximen tomen en cuenta las prioridades y demandas de desarrollo según el plan comunitario, y que se respeten su tiempo, su cultura y sus derechos en cualquier proceso de diálogo. En caso contrario, no habrá negociación. Es así que lxs socixs de Asopesca Tocopilla A. G. van a seguir siendo lxs guardianxs del mar y lxs protectorxs del medio ambiente, como tantas otras comunidades tradicionales. Y nada menos que eso!
Alexandre Andrade Sampaio es el coordinador de Políticas y Programas de International Accountability Project para América Latina y Caribe.
El Sistema de Alerta Temprana asegura que las comunidades locales y la sociedad civil que las apoyan, tengan información verificada sobre proyectos que puedan causar violaciones de derechos humanos y ambientales. Aprende más: ews.rightsindevelopment.org